Ministerio de Ciencia e Innovación

En la epidemia de obesidad infantil en España, además de la dieta y el sedentarismo, puede estar jugando un papel la exposición a disruptores hormonales

Dr. Jordi Sunyer, investigador del CIBERESP
CIBER | martes, 28 de junio de 2016

INMA (INfancia y Medio Ambiente) es un proyecto de investigación creado con el objetivo de estudiar el papel de los contaminantes ambientales más importantes presentes en el aire, el agua y la dieta durante el embarazo e inicio de la vida, y sus efectos en el crecimiento y desarrollo infantil. Para ello, se viene siguiendo desde hace más de diez años el desarrollo de unos 4.000 niños desde la gestación hasta la adolescencia, en Asturias, Guipúzcoa, Granada, Menorca, Ribera del Ebre, Sabadell y Valencia. Jordi Sunyer es su coordinador.

-¿Qué objetivos principales se marcan con el proyecto INMA?

El Proyecto INMA tiene tres objetivos generales. El primero se centra en describir el grado de exposiciones prenatales individuales a contaminantes ambientales y las dosis internas de estos contaminantes durante la gestación, el nacimiento y durante la infancia en España. Un segundo objetivo pasa por evaluar el impacto de la exposición pre y postnatal a diferentes contaminantes ambientales en el crecimiento, la salud y el desarrollo de los niños, desde las etapas tempranas fetales y a lo largo de su vida. Y el tercer reto de este programa está en evaluar cómo los factores genéticos y nutricionales pueden modificar los efectos de los contaminantes ambientales en el crecimiento infantil.

-¿Cuáles son sus principales líneas de investigación?

Las líneas de investigación prioritarias del Proyecto INMA son el neurodesarrollo, la obesidad, los problemas respiratorios, el síndrome metabólico y cardiovascular y la pubertad; seguidos de la actividad física y la dieta, la atopia y el sueño.

Como contaminantes, estudiamos la contaminación del aire y del agua, los compuestos orgánicos persistentes (POPs), los compuestos perfluorados (PFOS), los metales (como el mercurio en el pescado), los pesticidas, el Bisphenol A (BPA), los Phtalatos, los campos electromagnéticos (CEM), la contaminación en el interior de los edificios, el tabaco y la medicación materna, el estrés psicosocial y la exclusión social.

-¿Por qué son los niños más vulnerables a la exposición a contaminantes ambientales?

La exposición a contaminantes ambientales por aire, agua y alimentación es universal. Los niños son especialmente vulnerables a sus efectos, pues no son simples pequeños adultos. Están en proceso de crecimiento, y su sistema inmunológico y mecanismos de desintoxicación no están completamente desarrollados. Por esta razón son más vulnerables a exposiciones ambientales que los adultos.

-¿Cuáles son las principales vías de exposición?

El aire, el agua y la dieta durante el embarazo e inicio de la vida son las principales vías de exposición. Algunos contaminantes y nutrientes tienen la misma ruta de ingestión.

El pescado, la principal fuente de omega 3, es también portador de OCs (compuestos organoclorados) y metil mercurio. La alimentación por lactancia materna, la única forma de nutrición durante el primer mes de vida, aporta tanto nutrientes como contaminantes. A pesar de que los mecanismos de toxicidad de OCs no se conocen, se sugiere que los mecanismos metabólicos y hormonales subyacentes implicados en la neurotoxicidad de estos contaminantes se encuentran en el mismo camino que la deficiencia de algunos ácidos grasos esenciales.

Queda por explicar si los nutrientes pueden contrarrestar los efectos negativos de los contaminantes en la salud.

-¿Es preocupante el nivel de exposición a contaminantes en la etapa fetal e infantil en nuestro país?

Los contaminantes más importantes a los que estamos expuestos son los de la polución atmosférica y, en este sentido, España está situada en la parte del mundo en que la contaminación ha disminuido y presenta niveles más bajos: el área que abarca a Europa y EEUU. A pesar de esto, dentro de Europa, los niveles de contaminación atmosférica en el sur son más altos, y todavía queda mucho por hacer para reducir la contaminación del aire en las ciudades.

Además, tenemos un segundo problema derivado de que somos grandes consumidores de pescado. Esto hace que nuestros niños, y también las mujeres durante el embarazo, tengan un nivel de ingesta de mercurio de los más altos del mundo (concretamente somos los segundos tras Japón). Y sabemos que el mercurio es un neurotóxico.

Por lo que respecta al resto de contaminantes, no nos diferenciamos de otras sociedades modernas. En cuando a los disruptores hormonales (a los que nos exponemos por medio de los productos con los que estamos en contacto, como plásticos, envases, cosméticos, etc.), tenemos un nivel de exposición muy parecida al resto de los países desarrollados. Lo mismo puede decirse de los pesticidas, porque la dieta es tan universal que tenemos unos niveles muy similares a otras zonas. Y en cuanto al agua, sí es cierto que hay lugares en España donde se registran niveles más altos de compuestos organoclorados (OCs), pero no lo calificaría como un problema emergente.

-¿Qué efectos tiene la exposición a los contaminantes que antes mencionaba en el crecimiento y desarrollo infantil y con qué patologías se relacionan?

El desarrollo físico, social e intelectual del niño, desde la concepción hasta finales de la adolescencia, requiere un ambiente protegido y protector de su salud. El incremento de enfermedades está relacionado con ambientes no saludables. Las exposiciones prenatales y en el inicio de la vida, incluyendo la dieta, están asociadas con la salud infantil y el desarrollo humano, y predispone efectos posteriores en adultos.

Contaminantes persistentes como los compuestos organoclorados (OCs) y otros metales han sido relacionados con el retraso en el crecimiento intrauterino, prematuridad, retraso en el crecimiento postnatal y alteraciones en el neurodesarrollo y en la conducta.

Contaminantes del aire –por ejemplo las partículas finas–, con un aumento de la mortalidad infantil y con problemas de salud, como el asma, las alergias y el neurodesarrollo.

Existen menos evidencias sobre los efectos de muchos contaminantes durante el período fetal, creando así la necesidad de nuevos estudios con el fin de obtener más datos. También algunos productos en el agua, llamados productos desinfectantes, han sido asociados con problemas reproductivos.

-¿Qué campos ha priorizado el Proyecto INMA?

En INMA hemos estudiado lo relacionado con el crecimiento prenatal (el bajo peso, la prematuridad, etc.) y con el crecimiento posnatal, centrándonos principalmente en la obesidad y la patología cardiovascular a nivel infantil (la presión arterial, los niveles de lípidos, la resistencia a la insulina). Una segunda línea de estudio –por ser de las enfermedades más frecuentes– se centra en lo relacionado con el crecimiento del pulmón y la patología respiratoria, básicamente asma, y también las alergias. El tercer campo de investigación abarca el crecimiento del cerebro y el neurodesarrollo: cómo la función cognitiva de estos cerebros va creciendo y cómo se asocia esto a síndromes neuropsiquiátricos (ya sea problemas de atención, espectro autista, problemas de comportamiento…). Estas son las tres líneas más importantes de investigación.

-¿Cuáles han sido hasta el momento las principales aportaciones del Proyecto INMA al conocimiento en este campo?

Por citar algunas investigaciones destacadas: hemos estudiado la exposición intrauterina a contaminantes orgánicos persistentes y su efecto en el crecimiento durante el primer año de vida, la exposición intrauterina a disruptores endocrinos y su influencia en el riesgo de sobrepeso en la infancia, la exposición prenatal a Bisphenol A y Phtalatos y su relación con episodios respiratorios y alergias en la infancia, así como también la relación entre la exposición a la contaminación ambiental en el etapa intrauterina y los primeras etapas de la vida en la función pulmonar en edad preescolar, y la relación entre la exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo y la etapa infantil y el autismo, entre otros.

-¿Afecta la exposición a los contaminantes a todos por igual o hay personas más susceptibles?

Se conoce poco sobre la susceptibilidad individual a ciertos productos químicos, por lo que son necesarios más estudios integrando interacciones ambiente-gen.

En este campo de la susceptibilidad genética, en INMA hemos hecho contribuciones sobre el mercurio. Hemos demostrado que hay unos genes que intervienen en la mayor susceptibilidad, y esto mismo era conocido ya con respecto al plomo. Trabajamos con la hipótesis de que esta susceptibilidad genética es generalizable a otros contaminantes. Es decir, que esto también pasará, por ejemplo, con los disruptores hormonales.

La dificultad está en que se necesitan estudios muy grandes para poder evaluar la susceptibilidad, la interacción entre los genes y el ambiente. Lo que nosotros estamos haciendo es unir nuestros datos a muchas otras cohortes a nivel mundial y estamos haciendo estudios epigenéticos. En esta línea, lo que primero hemos investigado es el tabaco. Hemos visto que el tabaquismo materno durante el embarazo afecta a la función de algunos genes. Ahora tenemos ya en marcha investigaciones sobre la contaminación atmosférica, el paracetamol y la vitamina D, tratando de concretar si realmente la susceptibilidad genética tiene un papel en esto.

-¿Cuáles son los contaminantes que más pueden afectar al neurodesarrollo?

El problema del mercurio y la contaminación del aire, así como también el contenido de vitamina D en la etapa prenatal.

Precisamente, hace unos días se publicaba que hay déficit de vitamina D en los niños a pesar de las horas de sol de las que disfrutamos en España…

Pues sí. Porque resulta que, a pesar de todo, se hace mucha vida dentro de los edificios. Los hábitos entre generaciones han cambiado tanto que vemos que estos niños van al colegio en coche, de manera que no hacen ejercicio, y luego están muchas horas dentro de los edificios y no salen a la calle a jugar. Y esto conforma que sean más obesos y que tengan menos vitamina D.

-¿Cuánto tiempo necesitaría un niño de exposición a la luz solar?

No es mucho. Se dice que con media hora diaria al sol es suficiente. Pero es que tenemos una frecuencia bajísima de horas de exposición.

A pesar de los niveles de mercurio relacionados con el pescado, acaban de publicar un artículo en el que concluyen que los beneficios de su consumo superan a los riesgos…

En el estudio INMA hemos analizado el beneficio o perjuicio del consumo de pescado durante el embarazo, y hemos concluido que, a pesar de que es la vía de incorporación del mercurio, es beneficioso consumir pescado durante la gestación. El efecto positivo del pescado es mayor que el negativo del mercurio.

Nuestros datos en este artículo contradicen lo que hasta ahora se establecía, sobre todo por parte de la Asociación Americana de Obstetricia, que recomendaba limitar el número de ingestas de pescado durante el embarazo a un máximo de tres por semana y los peces azules grandes a una vez a la semana. Esto, que era lo que hasta ahora se decía, con nuestros datos no se cumple. Nuestros datos no avalan estas recomendaciones. Nosotros concluimos que no ha de establecerse un límite en el consumo de pescado, que no es perjudicial tomarlo más de tres veces por semana, y tampoco vemos que haya diferencias entre las distintas especies. Es decir, no hemos podido confirmar que sea perjudicial consumir pescado azul grande, como atún o bonito.

-¿Y debe establecerse un límite en el consumo de pescado azul grande para los niños?

En absoluto. Estos peces contienen ácidos grasos que son fundamentales para la conformación del sistema nervioso y otras sustancias de gran valor nutricional. Aportan grandes ventajas para el desarrollo neuronal y muchos elementos nutricionales que no están en la carne. Las ventajas que conlleva su consumo superan con mucho el problema del mercurio.

-En el marco del Proyecto INMA también se han estudiado los efectos del Bisfenol A…

Un hallazgo que nosotros hemos hecho en INMA es el papel que tiene el Bisfenol A en la obesidad. Tenemos en España un problema grave de obesidad infantil: junto con Grecia, registramos las frecuencias más altas de toda Europa. Y la cuestión es que este aumento de la obesidad infantil no se explica sólo por el cambio de dieta, porque tenemos otras poblaciones –como la británica, por ejemplo– que tienen una dieta mucho peor, tanto por el total de ingesta como por el tipo de alimentos. Es verdad que ha disminuido mucho el ejercicio físico de los niños y que este es un problema muy grave que se asocia con la obesidad, pero en esto tampoco nos alejamos mucho de lo que está pasando en Inglaterra. Entonces, un tercer elemento que podría explicar el tema del aumento de la obesidad es que en nuestra vida cotidiana estamos en contacto con disruptores hormonales obesógenos que podrían estar afectando a la función de los adipocitos. Lo que nosotros hemos visto es que mayores niveles de Bisfenol A se asocian con mayor riesgo de padecer obesidad. De manera que este sería uno de los disruptores hormonales que podrían tener un papel en la obesidad.

Por otra parte, en el marco del proyecto INMA también hemos visto que en la patología respiratoria, sobre todo en síntomas parecidos al asma, el Bisfenol A está igualmente implicado. Y podría ser por la misma función de que actúa como disruptor hormonal.

En definitiva, en enfermedades modernas como el asma o la obesidad puede ser que el Bisfenol A juegue un rol causal.

-Acaban de publicar un estudio en el que se advierte de la exposición prenatal al paracetamol puede estar relacionada con el autismo y la hiperactividad en los niños, ¿no podemos considerar seguro este medicamento en el embarazo?

Las prevalencias de consumo de paracetamol durante el embarazo están entre el 60 y el 70%, lo que indica que muchas veces se toma paracetamol sin necesitarlo. Lo que sugiere el estudio es que no ha de recurrirse a él si no se necesita. Es una cuestión de sentido común: el paracetamol es el mejor de los medicamentos que tenemos y, si es necesario porque hay dolor intenso o fiebre por encima de 38 grados, debe tomarse. Estamos hablando de riesgos muy pequeños a nivel individual.

-De cara a reducir el nivel de exposición a contaminantes que sufren las embarazadas y los niños, pero también la población en general, ¿hay algún tipo de recomendación que pueda lanzarse a la sociedad?

Aquí hay dos tipos de acciones: unas colectivas que deben coordinarse por parte de las administraciones y otras de carácter individual.

Nosotros creemos que a nivel de la salud el riesgo más importante es la contaminación del aire. Como objetivo colectivo, necesitamos ciudades que sean más amables para la gente, que en lugar de dar prioridad al coche den prioridad a las personas, de modo que se pueda hacer más ejercicio físico y haya más verde, menos contaminación y menos ruido, porque el ruido también tiene efectos sobre el neurodesarrollo. A nivel individual, también tendríamos que contribuir a esto: es importante que la gente anime a los hijos a ir a pie al colegio, que siempre que sea posible dejen el coche de lado y se muevan, a pie o en bicicleta.

A nivel de dieta, lo que hemos de hacer es que los niños tengan una alimentación sana, que coman la cantidad justa y que tengan una dieta diversa con gran predominio de frutas y verduras. Junto a esto, que hagan ejercicio físico, que duerman las horas que han de dormir y que estén un límite de horas ante las pantallas. Estas son las recomendaciones si queremos beneficiar el futuro de nuestros hijos. De sentido común.