La pandemia de COVID-19 golpeó de manera profunda a los sistemas educativos. Se calcula que aproximadamente 1,6 miles de millones de niños y niñas en todo el mundo se vieron afectados por el cierre de las escuelas, lo que tuvo un impacto importante en el aprendizaje. En Cataluña, una de las medidas para controlar la expansión del virus fue el confinamiento de los grupos clase cuando se detectaba un caso positivo. Ahora, un estudio de la Universidad de Barcelona ha descubierto que durante el curso 2020-2021 el riesgo de cierre de las escuelas públicas fue mayor en los distritos más pobres de Barcelona. Ante estos resultados, los investigadores apuntan a la necesidad de tener en cuenta las desigualdades socioeconómicas a la hora de diseñar políticas públicas frente a futuras pandemias u otras crisis sanitarias similares.
«El vínculo entre un bajo nivel socioeconómico y un peor estado de salud explica nuestros resultados, y si no se rompe ese círculo vicioso los problemas locales de desigualdad en salud se mantendrán o incluso podrían agravarse en futuras epidemias. Por tanto, los esfuerzos por contener una epidemia o futuras emergencias sanitarias no pueden ignorar los problemas de equidad en salud, y esto requiere un trabajo transdisciplinar coordinado y real entre diferentes ámbitos como la salud, los servicios sociales, la vivienda, la educación y el urbanismo, entre otros», explica Maria Grau, coordinadora del estudio publicado en el Journal of Public Health y profesora Serra Húnter del Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UB, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) y miembro del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP).
Firman también el trabajo, que se ha desarrollado en colaboración con profesionales del Instituto Catalán de la Salud, los investigadores de la misma Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud Carles Pericas, Gülcan Avcii, Diana Toledo y Carles Vilaplana, así como la catedrática Àngela Domínguez.
El estudio se ha basado en datos del Departamento de Educación sobre las escuelas públicas de primaria de Barcelona desde septiembre de 2020 —fecha de inicio del curso escolar después de la primera ola de COVID-19— hasta febrero de 2022, momento en el que cambió la normativa sobre los confinamientos en las escuelas.
Los investigadores han realizado el recuento, por distritos, del número de niños y niñas aislados o en cuarentena y también de los días que cada niño o niña permaneció en casa por el confinamiento de su clase. Después, esta información se ha cruzado con la renta media de cada distrito, obtenida a partir de la renta familiar disponible per cápita, un índice que mide los ingresos de los que disponen los residentes de un territorio para destinarlos al consumo o al ahorro.
Los resultados del curso 2020-2021 muestran una tendencia al alza, «sostenida y significativa», del riesgo de cierre de las aulas en los distritos con ingresos medios más bajos, hasta el punto de que la probabilidad en Ciutat Vella, el distrito más desfavorecido, era seis veces superior al de Sarrià-Sant Gervasi, el más rico. «De este modo, los niños y niñas de áreas por debajo de la media de ingresos anual de la ciudad presentaban mayor riesgo de confinamiento de sus aulas», explica Carles Pericas, primer autor del estudio.
Ante estos resultados, el estudio destaca la importancia de aprender de la experiencia de la pandemia y repensar las políticas públicas para abordar circunstancias similares. «Cualquier medida futura en salud pública, ya sea en el contexto de una pandemia o de medidas concretas de control de enfermedades transmisibles, debe plantearse teniendo en cuenta estas desigualdades y entendiendo qué puede magnificarlas», subrayan.
En este sentido, los investigadores señalan que «es necesario entender que el impacto en salud de la COVID-19 no nace tan solo de la morbilidad y mortalidad directamente asociada a la infección, sino que la pandemia también actúa como catalizador de todas las desigualdades previamente existentes y magnifica las sinergias entre ellas, más allá de tan solo sumar sus efectos: cuanto más vulnerable sea un individuo o una población, peores resultados tendrá en salud».
Un ejemplo de esta interrelación entre enfermedad y desigualdad es que el cierre de escuelas implicó el paro de servicios esenciales de los centros educativos, como el servicio de comedor o los programas de apoyo a la salud mental, que —recuerdan los investigadores— «han podido impactar negativamente en la salud de los niños y niñas y estudiantes más desfavorecidos».
De este modo, según el nuevo estudio, en futuras situaciones que requieran medidas de confinamiento en el ámbito escolar, debería garantizarse el acceso a los servicios complementarios que se ofrecen desde las escuelas y también conseguir la equidad en el acceso a la docencia telemática. «El cambio inicial a modalidades exclusivamente en línea durante el inicio de la pandemia ha puesto sobre la mesa las desigualdades en el acceso a las nuevas tecnologías y ha comportado una pérdida educacional para los estudiantes provenientes de familias con pocos ingresos», explican.
Por último, los investigadores también subrayan la necesidad de impulsar la alfabetización sanitaria de la ciudadanía, para «mejorar la toma de decisiones de salud adecuadas, que podrían ayudar a reducir el riesgo de propagación de las infecciones y aumentar la comprensión y la adhesión a las medidas de prevención de enfermedades».
El análisis de los datos del curso 2021-2022 no halló una relación entre los confinamientos y los indicadores socioeconómicos de los distritos. Las infecciones en este segundo periodo las provocaron las variantes delta y ómicron, altamente contagiosas, pero que, en muchos casos, solo provocaban síntomas leves o eran incluso asintomáticas. «Las incidencias desde el verano de 2021 hasta principios de 2022 alcanzaron niveles no vistos previamente y generaron cambios inesperados en los patrones de contagio», explica Carles Pericas.
En este sentido, para el investigador de la UB, la causa de las diferencias entre ambos periodos es, principalmente, el «gran efecto protector de las infecciones previas en las comunidades más desfavorecidas», que habían sufrido gran parte de los contagios en las etapas iniciales de la pandemia.
Artículo de referencia
Pericas, C.; Avcii, G.; Baena-Díez, J. M.; Domínguez À.; Toledo, D.; Redondo, A.; Vilaplana-Carnerero, C.; Grau, M. «Risk of partial school closure for COVID-19 by socio-economic level in the period 2020-22», Journal of Public Health, junio de 2023. DOI: https://doi.org/10.1093/pubmed/fdad084